El lenguaje no verbal revela una gran cantidad de información sobre proyectos, sentimientos y miedos escondidos. Se calcula que entre el 60% y el 93% de nuestra comunicación es no verbal. En el cortejo, el porcentaje de comunicación no verbal supera el 99%. En lo referente a las emociones, en vez de verbalizar como nos sentimos, es nuestro cuerpo el que habla.
Un ejemplo práctico son las manos, que atraen especialmente la atención en el cortejo. Los dedos, las palmas de las manos y las muñecas despiertan una atracción increíble. Unos centros específicos de los lóbulos temporales, partes del cerebro situadas justo por encima de las orejas, a ambos lados del encéfalo, responden exclusivamente a la posición de las manos (Kandel, 1991). Tanto hombres como mujeres se fijan inconscientemente en el aspecto físico de las manos y los dedos del otro, así como en los gestos y las formas de expresión.
Mostrar la palma abierta y hacia arriba es un signo universal de amistad. Este gesto de invitación, reconocido en todo el mundo, dice: «Puedes acercarte».
En el cortejo, los gestos en que se muestran las palmas de las manos son psicológicamente más amistosos que aquellos en que las palmas están hacia abajo. El gesto de encogimiento de hombros junto con las palmas hacia arriba forma parte de una muestra de sumisión.
Las mujeres encuentran muy atractivas las manos y las muñecas de los hombres. En el cortejo, es mejor mostrarlas con mangas cortas o subidas.
En el cortejo, los gestos en que se muestran las palmas de las manos hacia arriba son psicológicamente más amistosos que aquellos en que las palmas están hacia abajo.
En cambio, presentar las manos con las palmas hacia abajo resulta agresivo. Hacer gestos con las manos orientadas hacia abajo al hablar, que es la posición en pronación que adopta la mano en las flexiones de suelo, es como dar un manotazo sobre la mesa. Un gesto con la mano hacia abajo recuerda las patadas rituales que dan los luchadores de sumo en el ring.
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